Pantaneta de Alhama (17/mar/2018)

La excursión de marzo fue más allá de los confines de nuestros dominios y nos adentró en el reino de Granada, concretamente en la ciudad de Alhama de Granada, para recorrer el río del mismo nombre en la zona cercana a la ciudad. Es la denominada Ruta del Termalismo, que coincide con un tramo del sendero de gran recorrido GR-7 (E-4) entre Alhama de Granada y Arenas de Rey. Es una excursión muy familiar, sin ninguna dificultad técnica, con muy poco desnivel y de apenas 6 km de recorrido, por lo que se puede recomendar para hacerla en familia.

Iniciamos el recorrido en la Pantaneta de Alhama, un pequeño embalse artificial que se ha convertido en un humedal reconocido en el que se pueden ver hasta una docena de especies de aves. En el lugar incluso se ha acondicionado un mirador. Llegamos allí en coche yendo por Vélez-Málaga, Ventas de Zafarraya y tomando la carretera a Játar, la A-402. Antes de llegar a Alhama se toma el desvío a Játar y dejamos el coche en un llano junto a la pantaneta.

La primera parte del recorrido fue aguas arriba del río Alhama, en dirección a Alhama de Granada. Pudimos ver la pared del embalse, que, por las lluvias caídas estas semanas, estaba lleno y aliviando una buena cantidad de agua. Y vimos también la canalización del trasvase al embalse de los Bermejales, con los aliviaderos correspondientes. El río transcurría a nuestro lado con un buen caudal, rodeado de la típica vegetación de ribera. En la zona había varias plantaciones de chopos en diferente estado de crecimiento, una de ellas recién talada.

Muy pronto cruzamos el primer puente al margen izquierdo del día y ahí empezamos a ver claramente el tipo de paisaje que nos acompañó hasta Alhama, un cañón de paredes de arenisca, que recuerda mucho a los tajos del río Cacín. No es un hecho sorprendente porque el río Cacín no se encuentra lejos. De hecho, el Alhama acaba desembocando en el Cacín. Las paredes, que deben ser de unos 80 o 100 m de alto son un precioso espectáculo natural. Nuestra geóloga de guardia nos contó que se veían restos deltoicos y playas fósiles con múltiples restos de conchas de moluscos.

El primer elemento curioso que nos encontramos fue una inscripción labrada en una piedra de la pared con una cruz y un texto fechado en 1810 que no fuimos capaces de leer completamente. Poco después llegó el siguiente elemento con historia, la ermita de Nuestra Señora de los Ángeles. Es una pequeña ermita excavada en la roca que tiene asociada una divertida leyenda: un caballero malagueño pasaba por allí montado a caballo y este se asustó, posiblemente por un reptil, y se desbocó. El caballero viendo una muerte cierta le pidió tiempo a la virgen para morir como un buen cristiano. Salvado de la caída, se le apareció la virgen y le dijo que tenía tres días más de vida para levantarle una ermita como agradecimiento, tarea que el buen caballero dejó encaminada antes de morir. Poco después de la ermita se ven excavadas en la roca algunas construcciones, que pudieron ser cuevas habitadas o corrales.

Seguimos andando un poco más y rápidamente empieza a verse Alhama al fondo, con una estampa muy llamativa de una calle de casas construidas al borde del precipicio. En ese tramo el camino sube un poco respecto al río. Nos acercamos a la ciudad, vemos alguna cueva más y empezamos otra vez a perder altura. Llegamos ya a la zona urbana, con huertas y piedras excavadas para hacer lavaderos. Más adelante vemos ya las ruinas de los antiguos molinos, que conservan algún pequeño resto de la maquinaria que usaron en su momento. Estamos al pie de la ciudad, a la que no subiremos. Seguimos el camino junto al río, volvemos a cambiar de margen y pasamos junto a dos antiguas fábricas de harina, la primera de las cuales parece haber sido restaurada, aunque tiene aspecto de estar cerrada y sin provecho (aquí explican los detalles y la historia).

Empezamos el camino de vuelta subiendo por la Cuesta de la Mina, un camino medieval, que constituye casi el único desnivel del día. Es una cuesta en zigzag que sube otra vez entre paredes. Alhama nos queda enfrente y nos vamos alejando de ella. Podemos ver la escalera del diablo, que sube de manera inverosímil por el barranco. A partir de ahí el camino es por una carretera asfaltada que actualmente está cerrada al tráfico (aunque nos pasaron cuatro coches que parecían no saberlo). Vimos la salida de agua del túnel del trasvase al pantano de los Bermejales, una espectacular caída de agua. El túnel en sí también es una admirable obra de ingeniería, con 7 km de longitud (más detalles en alhama.com).

Lo que nos queda de vuelta discurre entre cultivos de olivos y almendros, que estaban con un colorido tono rosa, porque todavía tenían la flor pero habían perdido la mayor parte de los pétalos blancos. Nos asomamos al borde del barranco, el del margen contrario por el que habíamos venido, y pudimos ver desde arriba el camino que tomamos a la ida. Finalmente llegamos al punto de partida y para compensar la lluvia y el frío del día almorzamos en la Fonda del Ventorro, justo enfrente de los coches.

Se puede encontrar más información en el blog Mil Planes, la revista Desnivel y la web de Turismo de Alhama.

Estas son las fotos de la excursión.

Este es el track de la excursión.

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