Arcedo de Auta (15/abr/2012)

Esperábamos que esta fuera ya la primera excursión del año en la que saliéramos en camiseta, con sombrero y crema solar para no quemarnos. Pero no, sino todo lo contrario, tuvimos nubes, viento, agua, aguanieve e incluso granizo.

Como unos años antes, el destino era los tajos de Sabar, y más en concreto el Arcedo que hay a los pies del tajo de Gomer, que esperábamos encontrar con los árboles llenos de hojas, como así sucedió. En esta ocasión fuimos por la carretera A-4152, la que lleva a Alfarnate y Alfarnatejo desde Casabermeja. Aparcamos el coche a un lado de la carretera (junto a un antiguo mojón que marcaba el kilómetro 517 de la antigua MA-115). Cruzamos la carretera y tomamos un camino en dirección sur que nos había de llevar, hasta un cruce con la Ruta de la Sierra, que une Riogordo y Alfarnate. Seguimos por el camino hacia el sur, en dirección a Riogordo, flanqueando la Sierra del Rey, al Oeste, más o menos un kilómetro, hasta que llegamos a un cruce que bajaba en dirección Este hacia el Arroyo de la Cueva, que se podía cruzar por un puentezuelo. El camino continuaba en dirección Sureste, pasando por delante de las ruinas de los cortijos del Cuartelillo y de Fariñas, todo flanqueado de abundantes árboles y con unas buenas vistas al sur de los montes de Málaga.

Seguir Leyendo Pasado este último cortijo tomamos en dirección este hacia la base del Tajo de Gomer, donde el arcedo. Por esa parte no había sendero y en algunos tramos la retama hacía difícil avanzar, pero la figura del tajo hacía imposible que nos perdiéramos. Llegamos en poco tiempor a la zona arbolada bajo el tajo. Una auténtica gozada, con la pared casi vertical del tajo por un lado y los árboles de la vaguada en la que estábamos. Allí discutimos brevemente cuál era el siguiente paso y decidimos que ese día tocaba subir el Tajo de Doña Ana. Así que continuamos hacia el este dejando atrás el Tajo de Gomer, cruzando la separación entre los tajos, la preceptiva valla y empezando a subir al Doña Ana. La subida no es difícil pero sí un poco incómoda porque es el típico lapiaz casi sin vegetación. El caso es que la subida mereció la pena, con un precioso paisaje a nuestra disposición.

Sin demorarnos mucho tiempo en la cumbre empezamos la bajada, con la intención de recoger a Ernesto y a Pepe, a quienes no les había apetecido subir y nos estaban esperando en la vaguada de abajo. Sin embargo, en ese momento empezó a complicarse el tiempo. Las nubes oscuras que habían estado amenazándonos por el oeste empezaron a descargar, por suerte sin mucha intensidad, primero en forma de aguanieve y poco después ya en forma de granizo. Al fondo al este pudimos ver después la Maroma blanqueada por el granizo.

En esas condiciones no encontrábamos a Ernesto y Pepe quienes, ante la lluvia, habían decidido seguir adelante. Como en esos caminos perdidos no había cobertura, tardamos un buen rato en localizarlos. Para empezar a rodear el tajo del Fraile tuvimos que pasar otra valla. Seguimos por la ladera del Fraile a veces bajo la lluvia y a ratos en seco hasta llegar a la vaguada que baja a los cultivos que hay a los pies de los tajos, donde la lluvia volvió a pillarnos, esta vez con un poco más de fuerza.

Una vez cruzamos por entre los cultivos llegamos al carril que correspondía a la Ruta de la Sierra y que andándolo hacia el oeste nos llevaría hasta el cruce con el camino que conectaba con el aparcamiento.

Estas son las fotos de la excursión.


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